Un término usado y gastado que no sabemos muy bien como encajarlo en nuestras vidas. Entendemos que significa cómo hacer frente a la vida laboral, familiar y personal.
Nos estamos educando en igualdad para repartir tareas. Nuestra vida creativa, de gozo y crecimiento se difumina y nos desconectamos de nuestra esencia.
El primer conciliador ha de ser el Estado, que tiene la obligación de apoyar a la ciudadanía.
La mayor parte de la conciliación recae sobre la empresa, los padres y las madres.
Sabemos que las empresas si es posible, evitan contratar mujeres entre 25 y 40 años si estas pretenden tener hijos.
Las mujeres que deciden cuidar de sus familias están mal vistas por la trabajadoras por cuenta ajena o propia porque creen que han adoptado una vida cómoda y no lo es en absoluto.
Todo esto nos está ocurriendo porque el Estado se ha desentendido de la necesidad de apoyar a la ciudadanía en la crianza y a su vez en los nuevos seres que nacen y que son parte del Estado, no sólo hijos e hijas para hacer estadísticas.
Es una necesidad que los gobiernos nacional ó autonómicos y administraciones locales dediquen una parte de sus presupuestos a este tema y se responsabilicen como corresponde a un país en desarrollo constante.
En muchos foros y algunas instituciones están luchando por mejorar la Conciliación pero se alarga el tiempo, se empobrece el estado de bienestar y las mujeres se dividen entre las que quieren criar en libertad y las que quieren crecer laboralmente.
Basta ya, no es una guerra de preferencias, es un problema social que debemos resolver sin demora. (dedicado a la celebración del día de la Igualdad Salarial, 22 de febrero 2016)
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