El mundo en que estamos viviendo actualmente está transformándose a mucha velocidad, al instante tenemos información de todo el planeta y nuestros cuerpos no lo digieren a la velocidad que esto sucede, lo que afecta a nuestro sistema nervioso y bloquea nuestras acciones.
Las relaciones no es una excepción en el ámbito en que nos desenvolvemos, es más, es la parte principal, porque en este momento somos todos uno, estamos todos comunicados, todos los sistemas interactúan a la vez, con diferentes culturas y modos de entender la vida.
Las atracciones sexuales, los enamoramientos, ocurren de la misma forma que siempre, nos sentimos atraídos-as por energías polares, al estar en conexión con todo el mundo al instante, hay mucha más facilidad para que esto ocurra, por lo que vivimos a toda velocidad lo que sentimos; la satisfacción inmediata se ha hecho el objetivo de nuestro momento vital.
Curiosamente nunca en mis años de terapeuta he visto tanta necesidad de conexión profunda, de corazón abierto, de expresión íntima, como ahora.
Es tal la velocidad a la que acontecen los encuentros y los desenlaces que el sistema no destila e integra la experiencia, no profundizamos para transformarnos, pensamos que siempre hay algo mejor y más sencillo fuera.
Esta aspiración a la sencillez, a lo fluido se va a dar dentro de nosotros, en otro nivel de nuestro ser. Cuando estamos en conexión con esta simplicidad es cuando podemos ver y sentir todo lo que ocurre, a la velocidad que ocurre sin que nos arrastre. No podemos y no debemos frenar lo que está ocurriendo en lo global, pero no podemos perder nuestro centro, estamos involucrados y comprometidos todos en esta vida, en esta transformación social y si estamos conscientes, enraizados y trabajamos juntos, juntos entraremos en esta nueva era, que se vislumbra.
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